Ubicado en un espacio residual dentro de la Condesa, este proyecto de regeneración urbana reconfigura un vacío urbano a través de una intervención mínima pero estratégica. Preservando los árboles preexistentes y dialogando con la estructura Art Déco en ruinas que lo rodea, el pabellón se erige como un nodo articulador, reactivando el sitio y su relación con el contexto.
El módulo, de escala contenida, alberga un programa híbrido: una heladería y una vinatería que operan desde un volumen compacto de geometría pura. Su disposición en el centro del patio responde a una lógica de activación perimetral, permitiendo que cada una de sus caras articule una función específica—la vitrina de helados, la cava de vinos, la caja de pedidos— generando una circulación fluida a su alrededor.
El lenguaje del pabellón se define por el contraste: una materialidad industrial precisa y contenida que se inserta en un paisaje de preexistencias con un fuerte carácter patrimonial. La intervención no busca imponerse, sino coexistir, estableciendo una tensión entre lo nuevo y lo existente que potencia la lectura del conjunto.
A nivel urbano, la estrategia paisajística expande la experiencia del espacio, configurandodistintos ámbitos mediante mobiliario y vegetación. Mesas, bancas y sillas lounge se disponen de manera orgánica, generando múltiples formas de apropiación y reforzando la noción de oasis dentro del tejido denso de la ciudad. Más que un objeto, el pabellón opera como un catalizador de relaciones espaciales, donde la arquitectura se vuelve el medio para resignificar un fragmento de la metrópoli.